Hay que «reestructurar» todas las grandes multinacionales en entidades más pequeñas para recuperar la diversidad, desarrollar la producción, la distribución, las ideas, «regionalmente» y recuperar un poder de decisión humano y equilibrado.
La actual concentración de poderes, científicos y pseudo-necesidades sólo aporta un monocultivo de productos e ideas extremadamente perjudiciales.
En Estados Unidos, las empresas han destruido la salud del 40% de la población (pobreza + manipulación + hormonas + grasas + azúcar, etc.). En un lado de la cadena tenemos a las poblaciones del tercer mundo que son utilizadas por las multinacionales como trabajadores esclavos, que, tras sus 10 o 15 horas de trabajo diario, no pueden ni siquiera alimentar a sus familias. Por otro lado, los obesos estadounidenses, sus gatos y perros, víctimas condenadas a atiborrarse. Y todo esto sólo para que unos pocos grandes accionistas puedan comer… de platos dorados.
-Las transnacionales sólo deben tener una función de distribución (distribución equilibrada – VLT).
Los bancos no deben ser empresas con ánimo de lucro, sino sólo de distribución y de creación de empresas.
-Creación de un «activo de techo». El excedente (individual) se distribuye dentro de la empresa y la región.
-Una distribución más justa de los ingresos (escala salarial). «Habilitado por la transparencia.
-Límite» a la herencia. La herencia es la principal causa de la acumulación del exceso de poder y del desastre.
El futuro de nuestra región, del país, del planeta, depende de la «multiplicación» de las pequeñas y medianas empresas, que, gracias a su dinamismo, tienen los medios para crear «una corriente» que pueda conducir a toda la sociedad hacia un mejor equilibrio.
La transparencia es la dinámica, el futuro y la libertad, la opacidad es, como vemos, una vuelta a la esclavitud.