– Cualquier persona con una fortuna que supere el «techo de la fortuna», un techo de la fortuna de, por ejemplo, X… millones de francos (no estoy siendo generoso) está obligada a ser transparente.
Cada persona puede crear una empresa propia, pero no puede acumular «individualmente» más que el patrimonio máximo (salario, acciones y otros ingresos). El resto de los beneficios se distribuyen en el desarrollo económico de la empresa, en el desarrollo social de la empresa, en el desarrollo de la región donde se encuentra la empresa y, además, para las multinacionales, en ayudas al tercer mundo (y hay mucho que hacer).
– Todas las empresas están obligadas a ser «transparentes» a partir de un determinado «límite de facturación» o «límite de valor» (por ejemplo, X… millones de francos).
– En caso de venta del negocio, de la empresa o de otros activos, el vendedor no puede recibir más de su patrimonio máximo, y el resto se reinvierte en el negocio del que procede el excedente. Cualquier venta que supere el límite máximo de facturación o el valor máximo va precedida de una publicación oficial, cada venta de una empresa se decide en presencia de representantes de la empresa, sindicatos, representantes sociales, etc.
– A todas las reuniones del consejo de administración de la empresa asisten representantes sindicales o sociales de la empresa, representantes de la ayuda humanitaria en el caso de las multinacionales.
– Todos los beneficios obtenidos por las multinacionales deben reinvertirse en la región en la que están ubicadas, sólo se pueden repatriar los salarios de los empleados.
– El camino real de la sobreacumulación, la «herencia», nunca puede ser superior a la riqueza máxima. Si hay muchos herederos, éstos se reparten el máximo patrimonio.
Tenemos que elegir entre dar todo el poder y la riqueza a unos pocos, o permitir que el mayor número posible de personas cree y desarrolle empresas, en todas las partes del mundo.